Escrito el 7 de Junio de 2012 en La Calzada, Gijón - Asturias
Estas palabras llegan tarde… Muy tarde. Escritas desde un corazón dolorido y triste porque ya no estás. Pero con la esperanza y el consuelo de que allá donde estés, en algún lugar del inmenso cielo que nos envuelve, puedas oírlas. Qué difícil es expresar con palabras tantas y tantas cosas…
Recuerdo con melancolía tu llegada a una ciudad con la ilusión perdida y los sueños robados por quiénes ni supieron ni saben estar a la altura… Cuando todas las ratas abandonaban este barco... Cuando todo el mundo le daba la espalda a este escudo... Cuando muchos de los mal llamados sportinguistas miraban hacia otro lado mientras nuestra nave se hundía... Entonces apareciste tú. Para hacernos soñar, para hacernos creer, para devolvernos la ilusión y para demostrarnos que, el patrimonio más grande que tiene y tendrá jamás este club, es su afición.
Un tipo humilde, de sonrisa afable y pinta de genio. ¡Cómo olvidar tu primera rueda de prensa! Prometiste volver a llenar El Molinón, mientras los escasos 7.000 sufridores desmoralizados que te encontraste en el Templo en el primer partido oficial, mirábamos con estupor el estadio viejo, vacío y desolado, y nos preguntábamos de qué iba aquel loco soñador. Pero lo llenaste… ¡Vaya que si lo llenaste!
Prometiste subir a Primera. Y a los 7.000 sufridores desmoralizados que estábamos allí nos sonó al mismo cuento chino que temporada tras temporada nos intentaban vender. Fue una temporada dura. La permanencia costó más de lo esperado. Pero sirvió para que jornada a jornada, aquel loco soñador con pinta de genio se fuese colando en nuestros corazones rojiblancos para quedarse por siempre. Así fue como aprendimos que eras un gran profesional, mejor persona y, por encima de todas las cosas, un motivador nato. Quizá porque a alguien a quién la vida decidió golpearle tan duro, no le quedó más remedio que caer y volver a levantarse. Una y otra vez. Y quizá porque solo unos pocos son capaces de entender que ante la mediocridad solo cabe la motivación.
Aquello éramos nosotros… Un equipo mediocre. Probablemente demasiado mediocre. Plagado de jugadores sin experiencia a quienes solo un motivador nato como tú podía ser capaz de convencerles de que se puede. Sin saber muy bien cómo, pero se puede. Nos contagiaste la ilusión y nos lo terminamos creyendo. ¡Se puede! Y mejor aún, aquella plantilla mediocre se lo creyó también. ¡Vaya que si se puede!
Y llegaron tiempos mejores… Llegó una temporada que aún me cuesta recordar sin emocionarme, sin respigarme, sin estremecerme, sin que se me encoja el corazón… Domingos inolvidables en El Molinón. Desplazamientos que recordaré siempre. Jornadas a prueba de corazones fuertes que nos preparaban poco a poco para afrontar un tramo final de infarto.
Frente al Córdoba, nos dimos cuenta de que era posible; frente al Granada 74, ensayamos la fiesta del ascenso; en Castellón aprendimos que para que los sueños se cumplan, primero hay que soñarlos; y por fin, ante el Eibar [tenía que ser el Eibar...], llegó el milagro. Un milagro que tuvo nombre y apellidos. Se llama: Don Manolo Preciado.
Juntos ganamos la guerra, pero nos quedaban aún muchas batallas que librar. Y aquel primer año en la élite del fútbol español volvió a poner a prueba a una afición que dio ejemplo y que se ganó la simpatía casi todos. Cinco derrotas dolorosas consecutivas, un récord de goles encajados en primera división… Nadie creía en nosotros. Salvo nosotros. Para el recuerdo otro partido épico en Valladolid que no olvidaremos nunca y una permanencia frente al Recre que volvimos a celebrar como si fuese otro ascenso.
A tu lado vivimos momentos felices, momentos amargos, celebramos victorias y encajamos derrotas… Aprendimos a caer y levantarnos.
Arriesgaste tu imagen personal y profesional para defender nuestro honor y nuestro escudo cuando intentaron mancharlo. Estuviste más que a la altura de las circunstancias mientras quiénes debieron hacerlo, agachaban la cabeza. Y es por ello que tampoco olvidaré jamás cómo defendiste la honorabilidad de los colores que tan orgullosos vestimos.
Quizá la vida decidió premiarte entonces con uno de los momentos más mágicos que he vivido. Aquel 2 de abril de 2011 en el que rompiste todas las estadísticas y decidiste demostrarle a toda España que cuando se escupe para arriba, puede caerte en la frente. Lección magistral de humildad, valentía y entrega. ¡Pura magia Manolo!
Pero también llegaron los momentos amargos… Seguíamos siendo un equipo mediocre en una liga de gigantes que nos devoraban poquito a poco. Y, cosas del fútbol, te apartaron de nosotros. En lugar de reparar una nave herida, cambiaron el capitán. Y la nave se hundió. Esta vez no teníamos a un loco soñador que nos ayudara a levantarnos… “Seré del Sporting hasta que me muera”, dijiste. Amargo presagio…
6 de junio de 2012. Duele en lo más profundo del corazón. No puede ser. No me lo creo. No es posible. Tú no. Mi corazón se encoge y lloro. Nos has dejado. Esta vez la vida ha apretado tan fuerte que te ha ahogado. Se va uno de nosotros. No podemos contener la tristeza ni la rabia. No hay consuelo para esta ciudad que es la tuya. ¡Qué injusta es la vida!
Jamás tendremos la oportunidad de devolverte ni una pizca de todo aquello que nos diste. Pero estoy segura que en algún lugar del inmenso cielo que arropa a Gijón brilla una estrella que desde lo alto sonríe afable.
Escribiste tu nombre con letras de oro en la historia del Real Sporting de Gijón. Grabaste a fuego tu recuerdo en todos y cada uno de nuestros corazones rojiblancos. Y te llevaste contigo un pedacito de todos y cada uno de ellos. Aquel tipo humilde con sonrisa afable no tenía pinta de genio. Era un genio. Un genio eterno. Porque tu recuerdo permanecerá para siempre con nosotros.
Ojalá puedas oírme... Con el corazón encogido...
¡Hasta siempre Míster!
"En el cielo hay un banquillo, esperando un corazón. Te echará de menos siempre El Molinón. El Molinón, se acordará de ti. El Molinón, luchará siempre por tí.
Manolo, estás presente, que tu Sporting sigue aquí. Hasta siempre, buen amigo. va por tí".
Ana María Meana