Lo primero que quiero decir es
que a mí me encanta viajar, conocer lugares, sus gentes, pero los viajes con el
Sporting siempre son diferentes, para mí empiezan en el momento en que preparo
mi camiseta, la bufanda, la sudadera y el gorro del Sporting; desde ese momento
mis nervios se desatan, y qué decir cuando se trata del viaje a Coruña, para mí
ya era la tercera vez, lo que pasa, que esta vez era diferente, ya que por motivos
laborales no vivo en Gijón, creo que por eso todavía estaba más nerviosa.
EL VIAJE
El sábado ya estaba despierta a
las 7 y media de la mañana y no paraba de mirar el reloj, porque a las 8 y
media tenia que despertar a mi marido para, a las 9, arrancar rumbo a Coruña.
Como íbamos desde León, hasta no llegar a Lugo no nos encontrábamos con nadie
del Sporting, pero cuando empezamos a ver los primeros autobuses de peñas para mí
ya empezó la fiesta, pitábamos a todos y sacaba la bufanda por la ventana para
animar el cotarro…yo ya me sentía que estaba con mi gente.
LA DIVERSIÓN
Por fin llegamos a Coruña a
nuestro hotel, que estaba en Mesoiro, a unos 5 km del centro de Coruña, ya
que, como los amigos nos decidimos a ir tres semanas antes, nos fue imposible
encontrarlo más cerca, dejamos las maletas y nos fuimos a buscar a nuestros
amigos que venían desde Asturias, unos en peñas y otros por libre en sus
coches.
Ya estábamos en María Pita,
tomando ribeiro y con toda la mareona cantando canciones de nuestro equipo! Yo
ya era la mujer más feliz del mundo con mis amigos, con mi gente.
La noche más de lo mismo, eso sí,
siempre mi mente pensando que la cita importante estaba por llegar…
A las 8 y media de la mañana yo
ya no podía dormir mas (y eso que al hotel llegamos a las 5), me levanté, me
puse toda la equipación y a las diez y media ya estábamos en los aledaños de Riazor.
EL PARTIDO
Miramos la alineación del Sporting y, mientras que esperábamos a que llegara la
hora, debatimos un poco sobre el tema. A las once y media ya estábamos en
nuestros asientos y mis nervios cada vez iban a peor, a las doce ya medio Riazor
era rojiblanco y yo tenia el corazón a mil y los pelos de punta. Tengo que
decir que a mi lado tenia aficionados del Depor que, quitando excepciones, la
verdad que estuvieron muy correctos. Cuando llegó el gol pues me imagino que,
como todos los sportinguistas gritamos, nos abrazamos, lo celebramos como locos;
minutos más tarde nos pitaron el penalti y tengo que decir que en el momento en
el que el jugador del Depor lo tiró, yo no lo vi porque, no se por qué, desde
hace muchos años soy incapaz de ver como nos lanzan faltas en contra, córners
en contra y penaltis en contra...así que me giré y en el momento que lo falló
vi a todos saltar de contentos y yo hice lo mismo. Continuó el partido y como
sabéis todos pues un gol anulado a Scepovic, totalmente legal, otro fuera de
juego en el que Scepovic se quedaba solo, que tampoco era, y llegó el minuto 95
y paso lo que paso…llegó el empate y nuestro gozo en un pozo.
Fue un palo tremendo y muy injusto,
pero hoy, ya en frío, pienso que fue unos de los partidos más serios del Sporting,
a mí me gustaron mucho y creo que jugando así y asegurando los puntos en casa
vamos a subir SI o SI, así que vamos a dejar de lamentarnos y prepararnos para
el partido del Alavés que, aunque lo veré desde la distancia, lo haré como la
misma ilusión que si estuviera en el Molinón.
PUXA SPORTING!!!
Por Cristina Cardín.