
Lejos de mantener la calma, hay algo que
al técnico de Humanes se le escapa en forma de reproches a la prensa. Quedarse
con la jugada de Alex Barrera sin atisbar más problemas que “la intensidad” es
querer desviar la atención y las miradas de los aficionados. Puede ser una
buena táctica. Sandoval es consciente de que no ha caído de pie en El Molinón,
y desde el primer momento ha tratado de ganarse a la gente con guiños
campechanos que todavía chirrían. No hacen falta, de verdad. Las comparaciones
con el juego del Sporting de Preciado al Sporting de Sandoval sirven para poco,
porque para explotar una forma de juego, en éste y en cualquier otro equipo,
hay que tener los jugadores adecuados, y aquel era un Sporting y éste es otro.
Para lo bueno y para lo malo. Querer repetir esa etapa parece un error.
El Sporting no jugó mucho peor ante el
Jaén de lo que lo hizo ante el Eibar. O en la primera parte ante el Depor. O
tras el descanso ante el Real Madrid Castilla. No hubo tanta diferencia con el
descalabro desde el primer minuto ante el Alavés. Salvo en el partido de
Vitoria, el resultado lo maquilló casi todo. No debería pasar nada por
reconocerlo, porque esto también forma parte del juego. Ahora que toca regresar
a Girona y que vuelven los recuerdos de lo que ocurrió hace un año, no estaría
demás un poco de autocrítica, tranquilidad y mente fría ante la que se avecina.
Porque el Sporting, a pesar de esa imagen, siento siendo tercero. Y porque para
remar hacen falta remos, y esos son propiedad del equipo y del club.
(Ricardo Rosety ha escrito en ElDesmarque)