Finalmente no
pudo ser, el Sporting no logró su objetivo y permaneceremos un año más en la
Segunda División. Lo peor, bajo mi punto de vista, es que nos ha eliminado un
equipo que no ha demostrado ser superior en fútbol en el cómputo de los dos
partidos, pero que sí ha tenido a favor esos pequeños detalles que decantan
muchas veces estos partidos y, sobre todo, que no ha cometido errores de bulto.
Al final queda el amargo regusto de que una pifia de Cuéllar y Bernardo ha
impedido que se cumpla el sueño de muchos sportinguistas, aunque, si ponemos
los pies en el suelo nos daremos cuenta de que no fue más que eso, un sueño…
Esta
eliminatoria ha acabado siendo reflejo de lo que ha sido buena parte de nuestra
campaña: irregularidad, (alternando partidos en los que el ímpetu y la entrega
de nuestros futbolistas quedaba patente, con otros en los que parecía que no
fuera con nosotros la contienda), fallos defensivos (nuestra gran cruz, nuestro
gran hándicap para haber alcanzado metas mayores) y falta de creación de juego
(teniendo que emplear un fútbol demasiado directo y más a base de corazón que
de cabeza). Pero me centraré en el partido de ayer, ya que quiero preparar,
cuando pasen unos días para dar mayor margen a la reflexión, un análisis más
profundo de lo que ha sido la temporada, tratando de cubrir la mayoría de los
aspectos (aunque tenga pocos seguidores, sé que son fieles y están esperando algo
de ese estilo).
El ambiente
previo al partido recordaba al de otras tardes gloriosas en el Molinón,
incluyendo la típica marcha por el muro desde San Pedro y un recibimiento a los
jugadores, lleno de color y cánticos. En los alrededores del Molinón sólo se
veía un color el rojiblanco y se divisaban caras expectantes, ilusionadas en la
mayoría de los casos y con la fe intacta en nuestros artistas.
Las notas de la
siempre emocionante “Gijón del alma” acabaron de poner el punto de emoción que
se respiraba en el ambiente. No se alcanzó el lleno, incluso el aforo fue
ligeramente inferior al del partido del Tenerife, evidentemente la falta de
entradas de acompañante y la necesidad de que los socios pasaran por taquilla,
tuvieron su efecto.
El once
rojiblanco lo formaban: Cuéllar; Lora, Luis H, Bernardo, Canella; Carmona,
Mandi, Sergio, Jony; Scepovic y Lekic. Sorprendía de nuevo el cambio en los
centrocampistas, con Mandi en lugar de Bustos, en lo que era una nueva búsqueda
del compañero ideal para Sergio, aunque la mayoría pensamos que estaba en la
grada por lesión, me refiero al “ruso” Barrera.
El partido
comenzó, como se esperaba, con gran presión del Sporting, con las líneas
adelantadas, buscando no dejar a los tinerfeños desplegar su juego de toque. Ya
en el primer minuto llegó la ocasión de Carmona, con un remate de cabeza a
centro de Jony, que se fue desviado. En el 10’, un balón que recupera Mandi, la
cede a Carmona en banda derecha y el centro del mallorquín lo remata de cabeza
Lekic, pero centrado, facilitando la parada de Barbosa. En el 13’, la primera
aproximación canaria, con un centro de Momo, y Vicente le gana la posición a
Canella, para rematar de cabeza fuera, en posición inmejorable.
En el 15, un
balón de Carmona a Lekic, en profundidad, el serbio avanza, pero tarda en
centrar o disparar y un defensa canario rechaza el balón. En el 18, un córner
sacado en corto entre Jony y Carmona, y el centro del cangués provoca un
barullo en el área en el que no acertamos a rematar. En el minuto 21 llegó la polémica,
para que no faltara nada en el partido, y en un balón en profundidad para
Canella, su centro le da en la mano a Angel en lo que pareció desde el campo un
penalti flagrante, luego confirmado en las televisiones. Veinte minutos y
multitud de ocasiones, merced a la presión e intensidad en el juego, pero el
gol no llegaba, aunque la sensación es que llegaría, ya que los grancanarios no
eran capaces de hacerse con la posesión del balón.
En el 29,
Scepovic recibe un balón en profundidad, pero su lentitud hace que se le
adelante un defensa al intento de disparo. Dos minutos después, un centro de
Momo lo remata de nuevo Vicente de cabeza por encima del larguero. En el 32 se
vuelve a reclamar una mano tras un saque de banda largo de Luis Hernández y
algún rechace, aunque en esta ocasión pareció menos clara.
En el minuto 39
llegó la ocasión más clara de la primera parte, con un centro de Jony que
remató Scepovic de cabeza a la escuadra, cuando ya se cantaba el gol.
A partir de
finales de la primera parte, Las Palmas empezó a ser capaz de imponer su estilo
de juego, aprovechando la disminución en la presión sportinguista, tras el
esfuerzo realizado. El objetivo canario era dormir el partido, bien controlando
la posesión y moviendo el balón de un lado a otro, sin arriesgar o bien
entrando en todo tipo de pérdidas de tiempo, interrupciones e intentos de
desestabilizar a los rojiblancos; ese otro fútbol, que algunos equipos dominan
a la perfección, que a mí personalmente no me gusta, aunque reconozco efectivo
y que el Sporting, que yo recuerde, nunca ha sido capaz de poner en práctica.
Así se llegó al
descanso, en el que no se produjeron cambios. El inicio del segundo tiempo no
fue tan intenso, el Sporting empezaba a abusar del juego directo, desde los
centrales a Lekic, principalmente, y a ello se sumaba el temor a encajar un
gol. En el 58, en una jugada por la derecha, el balón le llega a Carmona, que
se inventa una vaselina, que saca con los dedos Barbosa cuando en el Molinón se
cantaba el gol. Un minuto después, entró Cases por Mandi, en un intento de
mejorar la conexión entre líneas. En el 60, Carmona recupera un balón
presionando al rival, cede a Jony que se interna por la izquierda y desde
posición muy escorada, cruza al palo contrario, marchándose fuera el balón.
Poco a poco
empezaban los nervios y ciertas prisas y precipitación e incluso Carmona le
recriminó a Scepovic su no colaboración en la parcela defensiva.
En el 64, el
mago Valerón entra por Momo para definitivamente hacerse con el control del
partido. En el Sporting empezaban a flaquear fuerzas en algún jugador como Jony
y Scepovic, aunque el cambio que se produjo en el 72, fue el de Guerrero por
Lekic, a mi entender equivocado, sobre todo, cuando iba a empezar a abusarse
del bombeo de balones al área, como se confirmó minutos después colocando a
Bernardo de “palomero”. En el 75, Carmona, muy activo, se saca un centro-chut
que se estrella en la parte superior del larguero. En el 78, el último cambio,
de Jara por Jony. La última ocasión llegó en el 86, otra vez Carmona, que tiró
ligeramente desviado, tras un saque de banda largo de Luis Hernández y una
sucesión de rebotes.
El gol de los
canarios, en el segundo minuto de los cinco de prolongación, logrado por
Asdrúbal, no fue nada más que algo anecdótico, cuando todo el equipo estaba
volcado al ataque.
Al final del
partido se vivieron las típicas escenas de lágrimas sobre el césped inmaculado del
Molinón. No digo que no estén tristes por la derrota, pero muchos de ellos (no
todos), tenían que haber puesto todo de su parte en muchos momentos de la
temporada, y estas lágrimas se hubieran tornado en risas.
LOS NUESTROS
En general, un
derroche enorme de entrega y presión por parte del equipo rojiblanco. En
defensa, Bernardo fue un auténtico valladar, muy atento a la anticipación.
Canella, recién salido de la lesión, despachó un partido muy completo, con
numerosas incursiones en ataque y aguantando el ritmo todo el partido. Lora
intentó aumentar su participación, sobre todo cuando iban flaqueando las
fuerzas de sus compañeros, aunque sigue sin estar fino.
En el medio,
Mandi no aportó prácticamente y Sergio se erigió en el dominador de la parcela,
con mucha intensidad en la recuperación, atento a las ayudas como siempre y
tratando de dar cierta salida al juego.
Carmona fue el
jugador de más calidad y más participativo, aunque muy venido al centro, con
poca apertura del campo hacia la banda, lo que facilitaba la labor defensiva
canaria. Jony puso buenos centros, aunque no desbordó como en sus dos primeros
partidos. Los dos atacantes no tuvieron su día, con Lekic yendo a todos los
balones largos, pero sin acierto en el apoyo o en el remate y Scepovic más
participativo de lo habitual últimamente, pero muy muy lejos de aquel jugador
que asombró a propios y extraños al principio de la temporada.
El “pitu”
Abelardo finalmente no logró el objetivo que se había marcado, aunque se
quedara cerca; y da la sensación de que habiendo llegado unos partidos antes al
banquillo, podíamos incluso no haber necesitado de la promoción para subir a la
máxima categoría del futbol español. Ahora sí, sigo sin tener ciertamente
claro, que sea el entrenador idóneo para el Sporting; tiene facetas buenas,
como es principalmente el conocimiento de la casa y el valor que le da a la
cantera; pero tácticamente, me ha parecido un entrenador muy aferrado a su
sistema y con muy poca cintura a la hora de tratar de cambiar la dinámica de
los partidos. Espero que sea algo que vaya aprendiendo con el tiempo, pero en
Gijón no sé si tendremos paciencia para dejarle aprender en la competición.
Cuando escribo estas líneas, parece que ya está designado oficialmente como
entrenador para las dos próximas temporadas, así que no me quedará más que
apoyarlo en su nueva aventura, aunque, eso sí, siempre daré mi punto de vista
tanto de lo bueno como de lo malo (deseando que sea más de lo primero, por
supuesto).
Con esto
finalizo mi última crónica de la temporada; una temporada que creo que
tardaremos mucho tiempo en olvidar, ya que el ascenso ha sido el más barato de
los últimos tiempos; y en la que el Sporting no ha estado a la altura de las
circunstancias para lograr el ascenso, aunque hayan sido mínimos detalles los
que hayan declinado la balanza en nuestra contra.
Sea como sea, seguiré
sintiendo lo mismo que hace unos cuarenta años, cuando empecé a aficionarme a
esta droga que es el Sporting. SPORTING, SIEMPRE ESTARÉ CONTIGO Y SIEMPRE
OCUPARÁS UN LUGAR EN MI CORAZÓN.
SPORTING SOMOS
TOD@S.
Por Antonio Tobías.r An